22/2/09

De las exentricidades, las intuiciones y los mozos

Sentado en el asiento del copiloto me imaginaba todas las posibles respuestas que podría conseguir al llegar a la gerencia del cine, había perdido mi cartera (para más información click aquí) y asomaba la cabeza por la ventana esperando que el aire pudiera empujar los pensamientos y llevárselos.

-Antes de llegar al cine pasaremos con Pepenino a dejarle un aparato que le acabo de arreglar- mi abuelo rompió el silencio. Pepenino, bueno, al menos ya conocería al tan nombrado y criticado amigo de la infancia de mi abuelo. Nos estacionamos justo enfrente de la casa y fue notorio como justo antes de que mi abuelo terminara la frase “Soy Gabriel” la puerta se abrió al instante. Las primeras impresiones son muy importantes y muy ciertas. La cochera tenía un pulcro acomodo para los carros tan caros y bellos. Mi abuelo entonces giró la perilla y me encontré con una mezcla vintage y minimalista que para mis pobres conocimientos en diseño demostraban el buen gusto, y el gran monto de dinero gastado, por la persona que se encontraba al final de la habitación sentado en un comedor para ocho personas. Comenzaron los saludos y las presentaciones, junto con esas bromas tan limpias y originales que caracterizan a los que vieron los estrenos de Alfred Hitchcock. Comúnmente intuyo la personalidad de las personas con facilidad, y no me fue difícil entender lo excéntrico que era aquel señor, haciendo honor a su singular nombre. Cuando se levantó de la silla, fue inevitable encontrar cómica la vestimenta, donde brillaban los zapatos de charol puntiagudo que denotaban la filantropía que se cargaba.

- ¡Mi amigo Paco!- exclamó mi abuelo saludando a alguien que se encontraba a mis espaldas. Miré y en el marco de la puerta para entrar a lo que parecía la cocina, se encontraba un joven como de unos 19 o 20 años de edad, sonreía; “sabe cómo ser simpático” intuí.

-Vamos Paco, llévalos al salón de música para colocar lo que trae Gabriel- ordenó Pepenino, y se sentó para volver a concentrarse en lo que parecía el periodico de ese día. Fue cuando mi abuelo nos presentó a Paco y a mí. Estrechamos las manos y cruzamos miradas. Intuí que había algo extraño en él, diferente. Atravezamos el patio para entrar a una habitación que se encontraba del otro lado. Muebles y aparatos de música, lo que una habitación dedicada a eso debería tener. Cinco minutos y entró Pepenino, abrió un gabinete con cristal esmerilado e insertó un Cd con la música de Beethoven. Comenzó una conversación entre dos eruditos hablando de la única amante que pudieron mantener dentro de su casa, la música. Paco y yo nos mantuvimos al margen, mirando y mirándonos, mi gusto por Coldplay no encajaría de ninguna manera. Veinte minutos después me encontraba otra vez en el carro dirigiéndonos a la Gran Plaza.

-¿Pepenino vive solo?- pregunté. –Pues con la que hace el aseo y Paco- fue la respuesta.

-¿Paco es su hijo?- disfrutaba el aire rozando mi mano a gran velocidad -¿o su nieto?

- Jaja, no- contestó mi abuelo- es su mozo-. Al siguiente instante me encontraba por completo adentro del carro y mirando a mi abuelo a los ojos. – ¿Mozo?, ¿Qué onda con ese señor, para que necesita un mozo?-. Mi abuelo me miró, y lo hizo de una forma como sí hubiera hecho una pregunta que conllevaba una larga respuesta – Es su alter ego, a quien le confía todo. Además le ayuda en algunas cosas-. No sé porque, pero ya no pude pensar en otra cosa; era demasiado excéntrico para mí. – ¿Y cómo es ese Paco?-. - Pues- contestó, esta vez midiendo sus palabras –es un poco raro, extraño- silencio – casi no tiene amigos- terminó mi abuelo. Ahí fue cuando me di cuenta de lo atinadas que pueden llegar a ser mis intuiciones; no pregunté nada más. Esque no me puedo imaginar a alguien contratando a otra persona para que trabaje de companía, para confiarle sus secretos, ¿que no le fue suficiente a Pepenino con sus ocho hijos?; asi o mas exentrico lo quieren.

Que forma de escribir irreverencias en domingo.

1 comentarios:

Danols dijo...

Existen personas con costumbres raras, todo tipo de gustos, definitivamente.