25/4/09

Dia del Libro, ya lo sé, fue hace tres días

Estoy decepcionado de mi mismo, ni una sola actualización en toda la semana, y dejé pasar el día del libro como si nada (también el de la tierra por cierto). Mi única excusa es la escuela, como siempre, pero esta semana fue especialmente agobiante, y apuesto a que la siguiente lo será más.

De las memorias que más me sorprenden de cuando me encantaban los Danoninos, o sea, de pequeño (suena a un gran estereotipo, pero me esperaba hasta cuatro horas completas, impaciente, sin hacer nada hasta que el Danonino se hiciera paleta helada) son mis largas lecturas de lo que me encontraba por la casa. Siempre estaba leyendo algo, ya sea los libros de la escuela, o de varios cuentos de hadas; faltó tiempo para que leyera una obra con inicio, desarrollo y final, pero si el libro de cuentos infantiles era de 200 páginas, las leía en menos de un día, eso sí. Después comencé a tomar libros de otros lugares, leía los títulos y pasadas unas páginas lo dejaba. Recuerdo haber tomado un libro llamado “Caballo de Troya”, haberlo abierto por la mitad, pero no haber encontrado coherencia en nada; quién diría que años después sabría que fue escrito por J. J. Benitez y que mi madre lo escondería de mí. Para esos tiempos era orgulloso de mis 400 páginas por día. Ahora eso es cosa del pasado, el tiempo tampoco rinde en estos días.

Los libros son como la música, una parte importante de nuestras vidas, o tan siquiera de la vida humana. Nuestra especie encontró la forma de comunicar ideas, sentimientos, poder crear, cambiar al mundo por medio de la escritura. Todos formamos parte de esto, todos leemos porque es parte de nuestra naturaleza. Se podría pensar en el típico joven actual que no le gusta leer, pero con el tiempo encontrará su libro. Porque sólo a los que les falta leer, les falta vivir.

Ahora ya puedo dar por terminado el día del libro y podré sacar el Danonino de la nevera. No es broma.

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