18/4/09

Caminos fáciles y cortos

Qué fácil es la vida a veces, y es un deleite poder copiar en un examen sin ser atrapado, lo cual también es en extremo fácil. Los mayores nos conocen a los jóvenes tan poco, una mente tan despierta encuentra cualquier forma de comunicar letras o números sin siquiera hacer contacto visual; o más bien es que ya no quieren conocernos, la innovación en las técnicas debe llegar a marearlos en algún punto.

Qué ridícula es la vida a veces, es una pena ver llorar a alguien porque lo atraparon en lo que parecía la jugada más inteligente de su vida, y más patético aún si no alcanzó a copiar nada después de todo. Puedes disculparte, lo cual sería muy aburrido, pero no reclames nada que la credibilidad la acabas de perder hace 42 segundos.

Pero lo que nadie nota es que la acción es tan poco ética como las que suceden a diario en nuestras cámaras de diputados o senadores, y de las que nos quejamos hasta con lágrimas en los ojos.

Qué viejo me sentí al escribir eso.

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