16/8/09

Acteal ll

Lo que hace unos minutos fue el silencio espiritual, ahora era el silencio que quemaba los corazones y cerraba las gargantas de unas cuantas mujeres con sus hijos que se escondían en la ladera. Habían visto a sus familiares y amigos morir con la rapidez de una bala o con la burda crueldad del machete. Aunque lograron salir de la capilla y refugiarse, debieron imaginarse que en cualquier momento llegarían por ellas para así volver a reunirse con sus esposos en una vida más justa.

De este modo se desarrollaron los hechos en la Matanza de Acteal, en Chiapas. El grupo llamado “Máscara Roja” entró a la capilla donde se encontraban rezando indígenas tzotziles, y dejaron esparcidos 45 cuerpos sin vida (entre ellos mujeres embarazadas y niños) que habían apoyado al Ejército Zapatista de Liberación Nacional; esa fue la razón del ataque.

A doce años de la matanza las marcas y el horror siguen ahí, pero la Suprema Corte de Justicia de la Nación de México ya dejó libres a veinte de los culpables, que (ATENCIÓN) habían sido culpados por posesión ilegal de armas. Excusaron la liberación diciendo que la Procuraduría General de la República fabricó evidencias para inculpar a los presos.

Saramago dijo algo que me inspiró a escribir este post, “el problema de la justicia no es la justicia, si no de los jueces.” Y como también dijo, Acteal es una prueba más.

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